Hace unos días, tuve una pesadilla. Uno de esos sueños sumamente realistas que una vez despiertas no alcanzas a comprender si has despertado o sigues todavía inmerso en el mundo onírico. En él se mostraba el fin del mundo tal y como lo conocemos, el Apocalipsis. Pero era muy diferente a cualquier Armaguedón descrito por las diferentes religiones del mundo. En él no terminaba el mundo a causa de una peste, una catástrofe nuclear o un ejército de ángeles exterminadores ansiosos por ejecutar la justicia divina. El fin llegaba a manos de un Anticristo, no nacido a partir de un parto señalado por la conjunción de Marte y Venus en un templo satánico; sino de una criatura no menos aterradora y procaz, nacida en el madrileño barrio de San Blas. Estoy hablando, cómo no, del profeta de la caída, la enviada del demonio, el monstruo de la tele. Sí, exacto, de Belén Esteban.
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En el sueño, me encontraba frente a la caja tonta viendo Tele 5 (por ello clasifico este sueño como pesadilla. Jamás en la vida me pillaréis viendo ese putiferio infernal al que se le llama equivocadamente televisión a no ser que me atéis a una silla y me apliquéis el método Ludovico). El caso es que se estaban emitiendo las noticias y el inefable señor Pedro Piqueras anunciaba una noticia terrible y apocalíptica. Hasta aquí nada nuevo, salvo en que Piqueras anunciaba que esta vez sí que iba en serio. Unos expertos de cierta universidad (a la que para poner nombre llamaremos Universidad de Wichita) habían descubierto en la sangre de la tertuliana de Sálvame (conseguida en un programa en que los participantes del programa habían donado sangre para televisar desmayos en directo y repetirlos todo el año para disfrute e hilaridad de los televidentes del programa) una extraña e alarmante propiedad: La Princesa del pueblo experimentaba una velocidad de mutación 10000 veces más acelerada de lo normal, como si se estuviera transformando en algo, un ser que si lugar a dudas sería la cosa más horrible jamás vista en el mundo (y en el universo, también).
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Los científicos, temiendo que se estuviera gestando algún tipo de amenaza para la humanidad, intentaron encerrar a la Esteban, junto a Andreíta y su pollo en un laboratorio de nivel de bioseguridad 4. Sin embargo, Sálvame y su bufete de abogados sufragado por el capo de Tele 5, Paolo Vasile (que según se rumoreó eran comprados a Coca Cola, por lo que la cosa estaba jodía, ¿alguien sabe la fórmula de la Coca Cola? Pues eso) logró mantener a la Esteban en el plató para un programa especial llamado La Princesa del Pueblo. La Transformación, cebos a lo Terminator incluidos. En el clímax emocional del programa, la Esteban emitió un desgarrador gañido: "¡¡¡¡MA-TOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO!!!!" y tras unas violentas convulsiones su piel comenzó a desgarrarse, dejando entrever una cubierta negra de aspecto quitinoso. De la carcasa sin vida de la de San Blas se levantó un monstruo gigantesco, con cabeza humana (si se puede considerar humana a tal ser) y cuerpo semejante a la de los Xenomorfos de la saga Alien.
Tal que así
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La abominación, entre espeluznantes rugidos, devoró al equipo entero de Sálvame (almenos se le pudo reconocer esta gran obra) empezando por Mermelada y terminando por Lydia Lozano, y huyó ante la mirada atenta de toda España (o almenos, de la mitad de más de 50 años). En los días siguientes nadie supo de ella. Los diferentes programas de la farándula dividieron sus opiniones, entre los que se contaban los seguidores de la Alien-Esteban, que defendían sus acciones como un paso natural en la evolución de la especie humana; y sus detractores, que aducían que el hecho de comerse a sus compañeros de programa había sido una acción muy poco compañeresca, además de poco profesional.
La Campanario, afirmando en una rueda de prensa que "ella siempre supo que la Esteban era un extraterrestre por dentro"
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Unos meses después, el señor Piqueras en tele 5 anunciaba una primicia, una situación de emergencia nacional. Al parecer, un ejército de canis y chonis había surgido del barrio de San Blas armados con navajas, porras y armamento vario y habían arrasado en cuestión de horas los principales barrios de Madrid, con una rapidez y eficacia pasmosas (para tratarse de ejemplares de tal especie). Al grito de "Al jail la gran mare la Esteban" y "SeReBroOh" se abalanzaron sobre los incautos habitantes de la ciudad del oso y el madroño, aniquilando a miles y esclavizando a otros. El ejército apenas tuvo tiempo de responder, y la capital cayó hacia el final del día. El día siguiente, columnas de canis salieron de Madrid, siguiendo la dirección de las principales ciudades, dispuestos a arrasar sin piedad. Mientras las principales secciones del ejército intentaban contener el avance quinqui, unos intrépidos GEO's suicidas se adentraron en el epicentro de la armada cani con helicópteros, en San Blas. Allí les esperaba una visión espeluznante.
Donde antes había casas, una gran maraña de tela de chándal en forma de cúpula se levantaba desafiante al viento. Miles de canis se agolpaban en las salidas de la colmena. Los GEO's se descolgaron el el techo de la cúpula y empezaron a abrirse camino con motosierras, tras lo que entraron a filmar los reporteros de Callejeros. Allí, en el centro de la telaraña de chándal estaba el Alien-Esteban, con un útero enorme del que salían cada pocos segundos canis y chonis ya crecidos, con ropa de marca y oros incluidos. Los recién nacidos se agolpaban en la sala y marchaban en formación hacia el exterior, prestos a la destrucción del mundo. Los GEO's cargaron sus armas y apuntaron a la bestia, pero esta emitió un chillido descomunal: "¡¡¡ANDREÍTA, CÓMETE EL POLLOOOOOOOOOOOOO!!!" que les produjo la muerte por estallido craneoencefálico. La última imagen emitida por la cámara fueron los canis y chonis bailando reggaeton alrededor cual trofeo de guerra.
Alrededor de España, la situación se tornó dantesca. Los canis de toda la península respondieron al chillido de su monarca, que les llamaba desde el fondo de su única neurona, reuniéndose en ejércitos y sometiendo a los lugareños. El ejército, sometido a grandes pérdidas por deserción (ya que el 50% de ejército estaba compuesto por canis) se vio superado por los enormes ejércitos que marchaban a paso de foto tuenti. Pedro Piqueras, en una última emisión desde Barcelona, señalaba que había cumplido sus objetivos en la vida, habiendo dado una noticia apocalíptica de verdad. La señal se interrumpía justo antes de que una horda de canis le sacara el cerebro al ritmo de Los Rebujitos.
Aquellos vencidos que no se les había devorado el cerebro, se les transportaba en masa hacia San Blas, tras lo cual se convertían en canis mediante un método que los supervivientes intentaban adivinar para encontrar una cura. A mí me capturaron en Valencia, organizando la resistencia junto a los pocos seres humanos normales que quedaban en la cuidad. Las hordas canis me transportaron a la colonia, donde la reina-madre Alien-Esteban me esperaba. Me colocaron ante su presencia horripilante, me obligaron a ponerme un chandal y ella me miró con esos ojillos entre besugo y salmón; "AHorAh TieNe kE pROnunSia Unah PaLabrAh" murmuraron los acólitos del demonio. Y la reina Alien habló, y dijo con voz estridente y chillona: "¡¡¡SI LA TIÑA EXISTIRÍA, CUANTOS TIÑOSOS HABRÍA!!!"
"¡¡NOOOOOO!!" Mis palabras resonaron en el dormitorio. Había tenido una pesadilla. Una terrible y extremadamente realista pesadilla, pero solo era un sueño, no era real en absoluto. Aliviado, pero con la frente perlada de sudor frío y con la voz estridente del monstruo aun en la cabeza, entré en Internés para cercionarme de que nada de ello tenía un mínimo de verdadero. Por suerte, el apocalipsis todavía no había llegado, y la Esteban continuaba saliendo todos los días en Sálvame. El mundo seguía su curso. Pero entonces miré una imagen de la Esteban, y un escalofrío me recorrió la espalda, seguida de una pregunta espantosa: ¿Y si había tenido un sueño profético? ¿Y si todo esto iba a pasar de verdad? Pensad en ello, amigos.
Donde antes había casas, una gran maraña de tela de chándal en forma de cúpula se levantaba desafiante al viento. Miles de canis se agolpaban en las salidas de la colmena. Los GEO's se descolgaron el el techo de la cúpula y empezaron a abrirse camino con motosierras, tras lo que entraron a filmar los reporteros de Callejeros. Allí, en el centro de la telaraña de chándal estaba el Alien-Esteban, con un útero enorme del que salían cada pocos segundos canis y chonis ya crecidos, con ropa de marca y oros incluidos. Los recién nacidos se agolpaban en la sala y marchaban en formación hacia el exterior, prestos a la destrucción del mundo. Los GEO's cargaron sus armas y apuntaron a la bestia, pero esta emitió un chillido descomunal: "¡¡¡ANDREÍTA, CÓMETE EL POLLOOOOOOOOOOOOO!!!" que les produjo la muerte por estallido craneoencefálico. La última imagen emitida por la cámara fueron los canis y chonis bailando reggaeton alrededor cual trofeo de guerra.
Alrededor de España, la situación se tornó dantesca. Los canis de toda la península respondieron al chillido de su monarca, que les llamaba desde el fondo de su única neurona, reuniéndose en ejércitos y sometiendo a los lugareños. El ejército, sometido a grandes pérdidas por deserción (ya que el 50% de ejército estaba compuesto por canis) se vio superado por los enormes ejércitos que marchaban a paso de foto tuenti. Pedro Piqueras, en una última emisión desde Barcelona, señalaba que había cumplido sus objetivos en la vida, habiendo dado una noticia apocalíptica de verdad. La señal se interrumpía justo antes de que una horda de canis le sacara el cerebro al ritmo de Los Rebujitos.
Aquellos vencidos que no se les había devorado el cerebro, se les transportaba en masa hacia San Blas, tras lo cual se convertían en canis mediante un método que los supervivientes intentaban adivinar para encontrar una cura. A mí me capturaron en Valencia, organizando la resistencia junto a los pocos seres humanos normales que quedaban en la cuidad. Las hordas canis me transportaron a la colonia, donde la reina-madre Alien-Esteban me esperaba. Me colocaron ante su presencia horripilante, me obligaron a ponerme un chandal y ella me miró con esos ojillos entre besugo y salmón; "AHorAh TieNe kE pROnunSia Unah PaLabrAh" murmuraron los acólitos del demonio. Y la reina Alien habló, y dijo con voz estridente y chillona: "¡¡¡SI LA TIÑA EXISTIRÍA, CUANTOS TIÑOSOS HABRÍA!!!"
"¡¡NOOOOOO!!" Mis palabras resonaron en el dormitorio. Había tenido una pesadilla. Una terrible y extremadamente realista pesadilla, pero solo era un sueño, no era real en absoluto. Aliviado, pero con la frente perlada de sudor frío y con la voz estridente del monstruo aun en la cabeza, entré en Internés para cercionarme de que nada de ello tenía un mínimo de verdadero. Por suerte, el apocalipsis todavía no había llegado, y la Esteban continuaba saliendo todos los días en Sálvame. El mundo seguía su curso. Pero entonces miré una imagen de la Esteban, y un escalofrío me recorrió la espalda, seguida de una pregunta espantosa: ¿Y si había tenido un sueño profético? ¿Y si todo esto iba a pasar de verdad? Pensad en ello, amigos.